jueves, 6 de junio de 2013

Outsider


Conocí un planeta encantador adornado por riachuelos dispersos, poco profundos. Las aves hacían ruidos amorosos al atardecer y sólo los martes en amplios prados salpicados de flores amarillas. Aquel era un sitio infinito y a veces ingrávido. 
Conocí su amplitud y ande mil veces siguiendo a su divinidad, madre y diosa de aquellas tierras, amplia y magnífica, dueña de su naturaleza, de lo salvaje. 
Tantas cosas imposibles de olvidar, tantos sueños de retorno, de estar en su órbita a pesar de viajar en dirección opuesta. 
Conservo sus coordenadas a mano y guardo en la memoria, pétalos con aroma a lejanía capaces de repetir día a día, que soy un alienígena, que siempre lo fuí.

@Alex P. Santana